viernes, 3 de octubre de 2025

41 - El Arrabal de la Música

 Programa nº 41

 


 
 


 
Recuerdo 1989 como el año que marcó el inicio de mi juventud universitaria, un tiempo en que el mundo parecía abrir una puerta hacia nuevas posibilidades. La música que escuchaba, los libros, los conversaciones entre amigos eran reflejo de un mundo en tránsito. “Breaking the Silence”, sin saberlo, encarnaba el espíritu de búsqueda y de esperanza silenciosa que atravesaba el planeta.

1989 fue un año histórico. El Muro de Berlín cayó el 9 de noviembre, derrumbando certezas de décadas y abría caminos hacia la libertad. Europa del Este despertaba: Polonia, Hungría, Checoslovaquia y Bulgaria avanzaban hacia la democracia mediante revoluciones pacíficas, mientras Rumanía recordaba que el cambio podía ser doloroso y sangriento.

En otro extremo, la Plaza de Tiananmen se convirtió en símbolo de resistencia pacífica. Los estudiantes pedían dignidad y libertad; la imagen del hombre frente a una columna de tanques” permanece como testimonio de coraje frente al poder. Yo no puedo olvidar tampoco al estudiante con un disco de Julio Iglesias, que había actuado el año anterior en China, como un gesto casi inocente que se transformaba en protesta, en lenguaje de esperanza y subversión.

Parecía como si las ideas de Francis Fukuyama en "El fin de la historia y el último hombre" encontraban eco. Tras la caída del comunismo, planteaba que la democracia liberal y la economía de mercado representaban la culminación de la historia ideológica: libertad política, derechos garantizados, prosperidad. En 1989, parecía que la historia avanzaba hacia su fin, y los jóvenes de entonces éramos testigos privilegiados de un triunfo que muchos creían irreversible.

Hoy, más de treinta años después, la historia revela que aquel “fin” no ha llegado. Conflictos como los de Gaza, Ucrania, Sudán y tantas otras regiones recuerdan que la libertad no es universal ni inmediata. La guerra, la opresión y el sufrimiento siguen presentes, a menudo invisibles. La historia, como un río indomable, no se detiene; nos recuerda que la libertad es frágil y que el reconocimiento humano debe renovarse cada día, en gestos de empatía y resistencia.

1989 nos enseña que la historia no es solo política o económica; es íntima, humana. Cada acción ética, cada gesto de compasión, cada decisión consciente puede influir en el mundo. La caída de un muro no garantiza la paz, pero la conciencia de nuestra interdependencia sí transforma nuestra experiencia.

Escuchando de nuevo “Breaking the Silence”, comprendo que aquella música sigue siendo un recordatorio: romper el silencio ante la injusticia, mirar al otro y actuar con conciencia son actos tan necesarios ahora como entonces. Quizá el fin de la historia que imaginaba Fukuyama no sea literal, pero nos invita a reflexionar: la historia continúa, y nuestra responsabilidad es ser actores críticos, compasivos y vigilantes. La lucha por la libertad y el reconocimiento humano vale cada instante, y en ella nos conectamos con aquel año, con nuestra juventud y con una esperanza que sigue viva.



Contenido:
01 - Loreenna McKennitt
 - Breaking the Silence
02 - Tony Anderson - Hope
03 - Eric Tingstad - Compassion
04 - Dulce Joya León - Winter Dreams
05 - Bill Douglas - Dancing in the Wind
06 - Robert J. Resetar - Nada's Dance
07 - Doug Cameron -  Letter To A Friend
08 - Adrián Berenguer - Farewell
09 - Tim Janis - Autumn Forest
10 - Kitaro - Song For Peace


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